Hacía mucho que estábamos incomunicados. Intercambiábamos mails, saludos de cumpleaños, preguntábamos por nuestras familias: cumplíamos con las formalidades. Soñé con una llamada telefónica.

Yo iba en auto y sonó el celular. Llamaste para decirme que viajabas en un transatlántico, que volvías a Uruguay. Y fue entonces cuando te vi. Te vi sentado en algo parecido a un ómnibus, aunque más grande, y con algunos detalles que en la lógica del sueño intentaban recrear un barco. Fue entonces cuando dije: “te veo”, “te estoy viendo”. Inmediatamente me buscaste, giraste tu cabeza y miraste en todas las direcciones pero el ómnibus con aspecto a barco iba muy rápido. Cuando te perdí de vista gritaste: “el ómnibus se está incendiando.” Y de repente, vi a lo lejos un resplandor naranja. El buque-ómnibus ardía en llamas.

Llegué justo a tiempo para presenciar la última explosión: un fuerte estampido de color rojizo y una columna de humo negro ascendente. Después reinó el silencio. Tiré el celular en el asiento de acompañante y sentí una profunda angustia. Todo este tiempo sin decirnos nada. Callando lo que era importante. Miré desde la ventana del auto y te vi, intentando pararte, pero ardías en llamas.

Aquellas imágenes se me impregnaron en la retina simplemente como algo bello. Era belleza. La pude identificar con un primer golpe de vista. Cada mirada, cada sonrisa, cada gesto iba dejando entrever la complejidad de lo bello. Se presentó como inofensivo y accesible pero se transformó en indescifrable y misterioso. Y todo se hizo más claro cuando desperté de un mal sueño. Yo te estaba buscando en el mismo lugar que te conocí, con miedo de encontrarte en el mismo estado en el que te presentaste: libre, despreocupado, sin compromisos y encantador. Te busqué. Te busqué en sueños en aquel laberinto. Solo encontré rastros y pistas. Ya te habías ido o quizá nunca estuviste. Sentí un profundo vacío.

Miro por la ventana y observo. Aquella mujer que está en el jardín, que riega las plantas encorvando su columna. Aquella mujer que realizada cada labor de la casa envuelta en un manto de silencio entre pensamientos y frustraciones. Aquella mujer que pudo haber elegido entre tantos caminos pero que eligió este. No se queja. Tampoco hubiese elegido otro. Mientras riega las plantas observo su postura, una leve curvatura que indica un futuro. Aún es joven y está llena de vida. Me gustaría romper el silencio y decirle: todavía hay tiempo. Pero permanezco callado y la observo.

Habían pasado ya varios días de aquel encuentro. Solo podía pensar en aquella imagen. Tus ojos cerrados, tu cabeza apoyada en la almohada, tu boca entreabierta. Hoy solo quedan rastros en mi papelera del momento en que tu cuerpo decidió liberar todo aquello. Y tu cara volvió a ser la misma. Hurgo en la papelera buscando la evidencia y la encuentro. Ahí sigue almacenado el ADN de esa noche. Ahora es solo un líquido. Perdió su consistencia. Hundo mis dedos y en seguida sospecho que algo no está bien. Vuelvo a tirarlo. Hago un nudo a la bolsa de basura. Me lavo las manos y empiezo a sospechar que ese fue el fin. Una imagen.

Tu intuición realzará todo medio de expresión hoy, querido Géminis. Si has pensado dedicarte a la literatura, es el día ideal para empezar. Tienes la mente muy amplia y tu imaginación está a un nivel elevado. Una perspicacia inusual dará mayor profundidad y dimensión a tu narrativa, ya se trate de un poema, una novela, un artículo o una carta a un amigo. ¡Aprovéchalo al máximo!